Esta es la historia de una niña que tenía una imaginación portentosa. Dentro de su cabeza vivían conjuntamente princesas y dragones, reyes y mendigos, magos y hadas. Este hecho le hacía sonreír incluso cuando estaba a solas. Sus padres la reñían, por reírse como una tonta por las cosas que fantaseaba. Ella intentaba explicarlas pero nadie le hacía caso. Hasta que un día se produjo un sucedido que cambió su vida: Le regalaron un juego de lápices de colores.
Desde entonces las cosas cambiaron radicalmente. Ya no la reñían por reír en soledad, pues sus personajes soñados cobraban vida en el papel y podía compartirlos con los demás.
La niña creció y se hizo una mujer. Para entonces ya dibujaba con todos los colores del arco iris y sus dibujos fueron la semilla para que cientos de niños soñaran a su vez, con princesas y dragones, magos y hadas, reyes y mendigos.
Un día, pidió a la estrella, de la que tenía su nombre un deseo: Poder dibujar sin ataduras, libre y sin márgenes y esta se lo concedió.
Desde entonces, el cielo es su lienzo y cuando te tumbas en la arena y ves pasar nubes con formas variopintas, no es que el viento las arrastre y formen caprichosamente sus figuras. No. Que sepáis, que lo que sucede, es que Estrella ha abierto su caja de pinturas y se ha puesto a dibujar.